¡Hola de nuevo!
Aquí os dejamos los ganadores del concurso de brujuleístas de 2º y 3º ESO. ¡Que los disfrutéis!
LA NUEVA PORTERÍA (Ainhoa Tejedor y Lucía Doval).
¡La nueva portería va a tener un montón de cosas nuevas y por supuesto mejoradas! Hemos podido recibir esta información gracias a Enrique el encargado en estos momentos de la obra, que ha respondido amablemente nuestras preguntas para poder compartirla con vosotros.
Como ya todos sabéis la portería ha estado en obras desde vacaciones y a causa de algunas complicaciones no han podido terminarla todavía. Pero ahora sabemos algunas de las novedades que va a tener.
¡Mejoras de la tecnología! Así es, las pantallas de las cámaras ya no estarán en blanco y negro, sino que estarán en color, además va a ser mucho más accesible para los alumnos ¡y hasta va a tener una rampa para facilitar el acceso a las sillas de ruedas! Va a verse mucho más amplia y luminosa, también va a ser más cómoda para los alumnos que vallan allí a hacer cualquier otra cosa.
¡Estamos esperando con ansia los resultados de esta gran obra y seguro que vosotros también!
UNA HISTORIA SOBRE BULLING Y CÓMO SUPERARLO (Mercedes Álvarez-Campana).
Después de media hora sentada con la cabeza entre las
rodillas, después una eternidad encerrada en mis propios pensamientos, después
haberme tragado todas mis lágrimas se oye una voz en el pasillo.
−¿Marta? Marta, ¿eres tú?
−No.
Se hace el silencio entre nosotras,
hasta que ella vuelve a tomar la palabra.
−Venga, sal de ahí, no puedes
pasarte toda tu vida encerrada.
−Sí que puedo.
Ella suelta un suspiro.
−No, no puedes, el instituto cierra a
las cinco−Esbozo una pequeña sonrisa desde el otro lado de la puerta, aunque,
en seguida se desvanece.− Venga, te estás comportando como una cría. Sal de una
vez.
−No voy a salir, así que ya te puedes
ir si quieres.
−No me voy a ir. Esperaré aquí hasta
que salgas. Si hace falta, incluso me saltaré las clases.
De nuevo, se vuelve a hacer el
silencio. En el fondo sé que tiene razón; no puedo esconderme aquí para
siempre. Aunque siento que me voy a arrepentir al instante, quito el pestillo
de la puerta y salgo de la pequeña cabina. Allí en frente está ella, mirándome
con cierta expresión de pena. Por eso no quería salir del baño: no me gusta que
la gente sienta pena de mí. Observa durante unos segundos mis ojos hinchados y
mi expresión deprimida. Ninguna de las dos habla. No es necesario, las dos
sabemos lo que ha pasado, pero ninguna queremos comentarlo.
−Ven aquí.−dice acercándose para
abrazarme− Todo va a ir bien, ¿Entendido?
No. Nada va a ir bien en los próximos
días. Lo sé. Seguirán insultándome y riéndose de mí para el resto de mis días,
y yo seguiré teniendo la horrible sensación de que nadie me quiere. Nadie menos
Isa. Ella es la única que me entiende, la única que me ha defendido a pesar de
saber que todo el mundo la insultará a ella también. La única que está de mi
lado en esta estúpida guerra. Se separa de mí, y al ver que no contesto me coge
de las manos.
−Mira, tengo una idea. Esta tarde tú
te vienes a mi casa. Tengo algo que puede ayudarte.−Asiento y las dos sonreímos
levemente. En ese momento suena el timbre, que anuncia el final del recreo.−Venga,
vámonos de aquí.
Y sin decir ninguna otra palabra, las
dos salimos del baño de las chicas.
Me paso la última hora de clase
intentando ignorar las carcajadas, los insultos y las miradas de complejidad de
mis compañeros, pero no funciona. Es increíble lo mal que se puede sentir una
persona sin que le hagan daño físico. Cuento los minutos que quedan para salir
del instituto, y la clase se me hace el doble de larga, pero, al final suena el
deseado timbre. Meto mis cosas en la mochila a toda velocidad y salgo lo más
rápido que puedo de clase. Busco a Isa por los pasillos y en cuanto la
encuentro, tomamos el camino a su casa. El trayecto no es muy largo. Apenas
diez minutos andando. No hablamos mucho hasta que llegamos a un pequeño chalet
blanco. Entramos y para mi sorpresa, no hay nadie en casa. Isa me lleva a la
cocina. ¿A la cocina? ¿Qué tiene que enseñarme en la cocina? Abre un armario y
saca tres platos y un paño. No entiendo nada. ¿Va a invitarme a comer? Después
deja los tres platos en la mesa.
−A ver, Marta, te he traído aquí
porque estoy harta. Harta de que te pases los recreos escondida en el baño.
Harta de que te compadezcas de ti misma. Harta d verte sufrir y harta de que no
hagas nada para evitarlo.
Le dedico una mirada de perplejidad.
No sé a dónde quiere ir a parar con esto. En este momento coge un plato y me lo
da.
−Tíralo al suelo−me dice.
−¿Cómo qué lo tire? ¿Quieres que rompa
el plato?− Ella asiente− ¡Tu madre se pondrá histérica cuando se entere de que
lo he roto!
−No se enterará. Además, eso no
importa ahora, ¡Tú tíralo!
La miro fijamente, y al ver que no
está bromeando, tiro el pato al suelo. Se oye un pequeño estruendo antes de que
el plato se convierta en mil pedacitos. Isa sonríe. A continuación me da otro
plato, y me pide que este no lo tire, así que me queda sujetando el plato con
las manos. Por último tapa el tercer palto con un paño sobra la mesa.
−Bien−dice.−Ahora mira los tres
platos. Observa el primero. El plato roto se corresponde con el pasado. Piensa
en lo que ha ocurrido esta mañana, en como todos se han reído y te han
insultado. –Cómo olvidarlo. No me hace mucha gracia el comentario, pero lo que
dice a continuación me sorprende aún más.− Eso ya no tiene solución. El plato
está roto, ya no puedo arreglarlo.
Miro los trozos que antes lo formaban
y vuelvo a mirar a Isa. No doy crédito.
−Ahora mira el plato que está en la
mesa, tapado por el paño−prosigue.−Este es el futuro. No lo podemos ver. No
sabemos si el plato seguirá ahí cuando levante el paño. Y por último mira el
que tienes en tus manos: El presente. En este momento tú estás sujetando el
plato con tus manos. Sólo tú puedes evitar que caiga y se rompa. El presente
está en tus manos, y debes aprovecharlo, porque, a lo mejor no vuelves a
tenerlo en tus manos, a lo mejor no vuelves a tener una oportunidad. Es tu
momento de cambiarlo todo. Tu momento para cambiar que todos se rían de ti. Tu
momento para hacer que todos vean lo que vales.
Miro a mi amiga y una lágrima se me
resbala por la mejilla. Dejo el plato en la mesa y voy corriendo a abrazarla. Y
este abrazo es diferente. En este momento sé que todo va a ir bien. Sé que no
importan los demás, no importa lo que me hayan hecho. Sé que puedo cambiar todo
esto. Sé que ahora el plato está en mis manos, y sé que nunca más lo dejaré
caer.
CONVIVENCIAS (Marta Bravo).
Por fín llego el día!¡Nos íbamos de
convivencia!
La verdad es que iba nerviosa, ¿cómo
serían los compañeros con los que iba a compartir este curso?, ¿les caería
bien...?
En el autocar me senté con mis amigas de
otros cursos.
Al llegar a Cercedilla escuchamos el
pasaje de la Biblia sobre Marta y María y luego hicimos unos juegos para
conocernos y tomar confianza con los demás.
Durante la comida fue cuando más nos
conocimos compartiendo lo que habiamos llevado cada uno y echando unas risas.
Igualmente pudimos conocer más a Robert, nuestro tutor.
A la vuelta había muy buen ambiente en el
autocar y venía con la confianza de que el grupo en el que estoy va a resultar
muy acogedor y recordaré buenos momentos cuando termine.
¡Me gustan las convivencias de principio
de curso!👌😜
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