Este artículo, aunque una semana tarde por los exámenes, llega desde el corazón de los alumnos del SACO. Cada 18 de noviembre celebramos el Día de Santa Rosa Filipina Duchesne; nuestra misionera. Ella fue una niña como cualquiera de nosotras que tenía una atracción especial por los pobres de Grenoble, la ciudad donde nació en 1769. Veía en esos pobres el rostro de Dios continuamente y tomó la decisión con valentía de ser religiosa aunque tuvo que esperar porque sus padres consideraron esta decisión como muy prematura.
Aunque obedientemente esperó, continuó orando y sirviendo a los pobres hasta que a los 18 años ingresó en el noviciado y cumplió su sueño. Pasó por años muy difíciles con la Revolución Francesa e incluso tuvo que abandonar el monasterio pero perseveró en su profunda oración. Lo tenía muy claro y eso fue lo que la animó a continuar pese a los obstáculos.
Tuvo que esperar otros doce años para poder cruzar el océano a evangelizar a los pueblos indígenas de las Américas pero por fin llegó el momento de disfrutar de su deseo y determinación y, aunque pasó por grandes dificultades en tierras lejanas fue muy feliz de poder difundir la palabra de Dios.
Su valor ante las dificultades, su decisión y su pasión por abrir su corazón a los más necesitados es un gran ejemplo para todos los alumnos del Sagrado Corazón Chamartín y miembros de esta comunidad de colegios extendida por todo el mundo gracias a la semilla que hace 200 años Rosa Filipina esparció con amor. Hoy, nosotros, miramos más allá de nuestra zona de confort hacia los que nos necesitan siguiendo sus enseñanzas.
Marta Bravo, 4º ESO
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