El martes pasado celebramos
en el colegio nuestra tradicional misa de difuntos. En ella estuvieron
presentes en nuestra memoria todos
nuestros amigos, familiares, alumnos ,
compañeros… que tristemente ya no están
con nosotros físicamente.
Varias cosas destacaría de esta celebración, por un
lado la actividad llevada a cabo por Pastoral en la que, a través de unos
papeles que se pusieron en la entrada del colegio, cada uno de los alumnos,
padres, personal docente y no docente que pasaba por ahí, tenía la posibilidad
de poner el nombre de la persona que habían perdido. Estos luego se leyeron en
la Eucaristía, por lo que fue muy emotivo recordar con nombres y apellidos a
muchos conocidos para muchos de los que estábamos allí.
Otra de las cosas que
destacaría como siempre, son las palabras de la homilía dichas por Andrés, donde el adverbio SIEMPRE tuvo una especial
relevancia.
La acción de gracias me
encantó:
“Las lágrimas son parte del
abrazo. No temas llorar ni añorar.
No reprimas el duelo ni
disfraces la ausencia.
Solo intenta creer, también
hoy, que la última palabra la tiene la Vida, aunque ahora duela.
La memoria, que a ratos
escuece, se teñirá de gratitud cuando el dolor se aquiete: Gratitud por su
vida, por su presencia, por su huella.
Pero no tengas prisa, no
quieras forzar el tiempo, que todos necesitamos espacio para el duelo.
Llegará un día de
resurrección en que todo estará bien.
Ahora nos queda el amor, al
que ni la muerte puede silenciar.”
José
María Olaizola, sj
Y terminar con la Salve dio
a la Eucaristía un aire solemne.
Ángela Díez.
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