Queridas familias y personal del colegio:
Como todos sabréis,
Perú está sufriendo unas devastadoras inundaciones de las que nos llegan
noticias a través de los medios de comunicación. En este link (https://www.youtube.com/watch?v=xWYMr4r5I_4)
podéis ver un vídeo que se ha publicado en YouTube con imágenes
recientes de esta catástrofe. El Sagrado Corazón tiene allí varias
comunidades que también nos han transmitido la situación límite por la
que está pasando el país, especialmente en zonas como las de Piura o
Lambayeque. Están viviendo en primera persona esta catástrofe y nos
piden ayuda material para los más necesitados y oración para todo el
pueblo peruano.
El Colegio ha
respondido a esta petición de ayuda con una aportación económica que se
hace llegar a los lugares más afectados a través de las religiosas del
Sagrado Corazón y sus comunidades de Perú. Os facilitamos el número de
cuenta de la Provincia de España para que tanto familias como personal
del colegio podáis hacer llegar vuestras aportaciones. Como dice Beatriz
Gil, antigua alumna de Chamartín, en el testimonio que podéis leer debajo, “da igual lo poco que tengamos y podamos dar, siempre es
mucho para ellos, ya que ahora no tienen nada”
Podéis hacer vuestras donaciones por transferencia bancaria. Los datos son los siguientes:
Titular: Religiosas del Sagrado Corazón
Entidad bancaria: Banco Popular
Número de cuenta: ES43 0075 0733 41 0600374007
Concepto: Ayuda a Perú
En estos últimos días
de camino cuaresmal, de ayuno, de oración y limosna, nuestra ayuda
generosa puede servir para hacer renacer la esperanza en un pueblo tan
castigado por los desastres naturales.
De antemano, gracias por vuestra generosidad y compromiso con los más necesitados.
Aprovecho para desearos feliz Pascua. Y que la alegría de la resurrección llegue a todos los hogares.
Un abrazo.
Ana Martín-Peña
Coordinadora de Pastoral.
TESTIMONIO DE BEATRIZ GIL
Hola, soy
Beatriz Gil, antigua alumna del Colegio Sagrado Corazón de Chamartín y llevo en
misiones en Perú desde hace cinco meses. En todo este tiempo he podido
comprobar que este es un país maravilloso, lleno de personas con un gran
corazón y con muchas ilusiones de salir adelante y mejorar. Muchos llegan a
Lima, la capital, desde las provincias, con muy poco dinero pero con muchas
ganas de empezar una nueva vida con las oportunidades que una gran ciudad les ofrece
y que no tienen en sus lugares de origen.
Se establecen en
zonas cercanas a los ríos, en las periferias de la ciudad, o en pueblos cercanos
a la misma. Tienen situaciones humanas muy difíciles, una gran parte de los que
llegan empiezan a trabajar a los 10 años, sus padres les maltratan y por eso
han huido o han sufrido alguna clase de
abuso, que por desgracia son muy comunes aquí. Viven en condiciones que
no nos podemos ni imaginar; he llegado a ver familias de siete miembros que
viven en habitaciones del tamaño de ¼ de las aulas de nuestro colegio
compartiendo una sola cama. Con lo poco que tienen no se quejan, todo lo contrario,
agradecen mucho a Dios por haberles dado su familia, su trabajo, fuerzas para
seguir adelante, salud, los pocos bienes que tienen… Una de las cosas que más
me gusta de ellos es que son súper ingeniosos y aprovechan todo. Hace poco vi
que fabrican hamacas para dormir con bolsas de plástico de los supermercados.
Con estas
personas es con las que estoy haciendo misiones y son precisamente ellas las que más han sido afectadas
por las lluvias y los huaicos que quizás hayáis visto en las noticias.
Los huaicos,
como los nativos los llaman, son deslizamientos de grandes masas de tierra, que
además de provocar la pérdida de todo lo que originariamente estas tierras
tenían encima, bajan por la montaña arrasando con todo lo que encuentran a su paso
y cubriéndolo todo de barro.
Solo en Lima hay
cerca de 25.000 personas afectadas, pero en lugares como Piura, al Norte de
Perú, la situación es aún peor; las
inundaciones han sido mucho más fuertes, las más grandes de la historia del
país, según algunos medios de comunicación, llegando a alcanzar el agua un
nivel de 1,80 m y causando daños a más de 235.000 personas, de las cuales
21.000 necesitan ayuda muy urgente.
Además de
destruir casas, estos fenómenos destrozan campos de cultivos y han matado a
miles de animales, lo que implica que miles y miles de familias se han quedado
sin su medio de subsistencia, además de perder su hogar.
Ahora mismo lo
que estamos haciendo es llevarles agua, alimentos y ropa. También intentamos
hablar con ellos para animarles, y lo que más me ha llamado la atención es que
la gran mayoría de ellos no se rinde y aun agradece a Dios por haberles
mantenido con vida. Quieren salir adelante y muchos incluso se han organizado
para destapar las carreteras que el barro cubrió, para que pueda llegar así la
ayuda que tanto necesitan.
Las personas y las
ganas de ayudar y de salir adelante están, pero lo que no tenemos aquí son
medios materiales, hace falta dinero para comprar más alimentos (pues al menos
en Cáritas Lima ya se nos han agotado), hace falta para reconstruir casas,
comprar todo el material escolar que los niños han perdido y que era nuevo,
porque el curso acaba de comenzar. Hace falta ayudarles a volver a reiniciar
sus negocios, sus ganaderías, sus cultivos para que ellos puedan tener algo en
lo que trabajar y así poder rehacer sus vidas, unas vidas que se habían
construido con muchísimo esfuerzo y sufrimiento y de las que ahora
materialmente no queda nada.
Necesitamos
ayudarles a volver a empezar de cero porque son personas que quieren trabajar,
que quieren tener una casa y una familia como nosotros. Creo que ellos también
merecen que alguien les devuelva la oportunidad que las lluvias les han quitado.
He visto familias tan pobres que no tienen ni suelo donde sentarse porque este
está cubierto de fango y eso creo que no podemos permitirlo.
Hablando con
ellos te das cuenta que son personas completamente normales, cuando los escuchas
ves que esas personas que ves en las fotos o en la televisión se ríen, hacen
bromas, les duele la cabeza, tienen un color favorito… Son personas como tú y como yo, lo único que
nos diferencia es que no han tenido tanta suerte y les ha tocado vivir esta
situación.
Pongámonos en su
lugar, ¿Qué pasaría si de repente nuestra casa con todas nuestras pertenencias
dentro se las llevara un río de barro? ¿Si nos quedáramos solamente con lo que
llevamos puesto ahora mismo? Seguro que nos gustaría que alguien nos ayudara,
pero ¿Y si nuestros vecinos y familiares fueran tan pobres que no pudieran
ayudarnos? ¿No nos gustaría que personas con más recursos y suerte que nosotros
y que los de nuestro alrededor nos ayudaran? Quizás podemos pensar que el
gobierno puede ayudar, pero el gobierno está saturado ante esta situación, son
más de 813.000 las personas afectadas en todo Perú y no da abasto.
Por eso creo que
nos toca a nosotros hacer algo, da igual lo poco que tengamos y podamos dar,
siempre es mucho para ellos, ya que ahora no tienen nada. Con la oración
también podemos acompañarles y pedir a Dios que les de la confianza suficiente
y las fuerzas para salir adelante.
Hace cinco años
yo también estaba ahí sentada, como vosotros, buscando vivir una vida tranquila
y
cómoda, sin pensar más allá de mí. Pero al acabar la carrera me di cuenta de
que en eso no puede consistir la vida, debemos atrevernos a ser diferentes,
debemos levantar la vista de nosotros y mirar a los demás. Os animo a hacerlo
porque sé que es así como nos vamos a sentir verdaderamente completos y vamos a
comprender lo que es realmente la felicidad.
Beatriz Gil (antigua alumna)
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