Estudiando la historia de principios del siglo XX parece que solo había enfrentamiento, guerra, lucha, sangre derramada, miedo, tristeza… acontecimientos económicos, sociales, políticos y militares.
Pero la parte que no se estudia es la vida de la gente corriente, de las familias que necesitaban sustento para sobrevivir. Porque los hombres eran los que trabajaban y ganaban el dinero. Los niños no podían ir a la escuela, la mujer aún no podía participar abiertamente. Por lo que con la guerra las familias quedaban destrozadas.
Al pasar el tiempo solo nos quedamos con una parte, pero detrás de todas esas atrocidades, está el día a día de millones de personas que solo querían vivir su vida en paz.
Está demostrado que los gobernantes solo piensan de forma egocéntrica, en lo que les viene bien a los de su lado, egoístamente, sin pensar en todos los gobernados. Si se pensara un poco para todos, muchos acontecimientos históricos no hubieran ocurrido.
Por otra parte, cuando el pueblo reclama cosas, muchas veces se deja llevar por la masa y algunos manipulan sus reclamaciones.
Todo lo que crea estabilidad es bueno pero los fanatismos siempre nos llevan al desastre.
Si algo he aprendido este curso es que la historia se repite una y otra vez. Que cuando parece que se ha llegado a la estabilidad siempre llega algo o alguien que lo estropea, y que cuando alguien se cree en posesión de la verdad no es capaz de ponerse en el lugar de los otros y decide imponer sus ideas por la fuerza. De una u otra manera.
Los ismos trajeron muchas cosas malas a Europa, y España se contagió de esa inestabilidad, seguramente por ignorancia o por falta de información. Las personas dejaron de pensar por sí mismas y se dejaron arrastrar por los totalitarismos. Por eso es muy importante que la gente lea y se entere bien de lo que hay detrás de los partidos políticos, y no solo de las ideas que le gustan o comparten en su entorno, sino informarse de verdad desde todos los puntos de vista, para tener una opinión propia.
Según el autor no hay ni buenos ni malos, con unos y con otros pudo trabajar y mantener sus ideas, pero finalmente ve que todos son malos porque se
enfrentan por su ideología. Tanto unos como otros quieren imponerse y no dudan en hacer barbaridades en nombre de sus ideas. Echar la culpa a unos y a otros no soluciona las cosas. En los errores, más que buscar culpables hay que buscar soluciones.
El autor escribió esto en 1937, y aunque aún no sabía quién ganaría la guerra sabía que en cualquier caso el resultado sería el mismo: un dictador, de un lado u otro, que tendrá que traicionar a los suyos, y no tendrá más remedio que organizar un Estado en el que puedan convivir los dos bandos, trabajando desesperadamente para poder levantar el país, destrozado después de las muertes y la guerra.
Lo que ocurrió en España pasó. Lo que deberíamos hacer es aprender y no cometer los mismos errores. Aprender a vivir en paz porque, aunque somos los primeros en criticar como está nuestro país y las cosas que se hacen en él, cuando viajamos al extranjero apreciamos de verdad lo afortunados que somos de vivir en España.
Lucía Alonso de la Sota.
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