viernes, 17 de mayo de 2019

"ATLAS". GANADORA RELATOS 1º Y 2º ESO


Atlas tiene miedo. Quedan todavía dos horas para que la nave despegue y no vuelva a ver la Tierra. Recuerda el viaje de ida hasta el transbordador en aerodeslizador. Un calor abrasador, después de la desaparición de la capa de ozono en el 2119, invadía la tierra; una niebla química y tóxica le hacía llorar, y, aunque sobrevolaban el Océano Pacífico, antes azul y cristalino, no se veía el mar. Atlas y la mayoría de gente de su edad solo habían visto agua no reciclada en el lago artificial de la Torre, pero su abuela le había dicho que, tiempo atrás, ese continente de plástico había sido precioso, lleno de agua añil y salada.

Su abuela. Atlas solo tiene a dos personas a las que quiere en el mundo: su Nana y Eris. Atlas no es un chico de quince años normal, no tiene amigos -“Y no los necesito”- se repite en su mente. Aunque está destrozada, Atlas ama la Tierra, y cuando le dijeron que habían encontrado otro planeta en condiciones para vivir, le dio un ataque de ansiedad y se encadenó a un árbol de la Torre. Mientras piensa en esto, Atlas sonríe, recordando los tiempos antes del Incidente de la IA, donde perdió a sus padres.
La cola avanza. Nana subirá en otra nave, pero se encontrarán en el FB276, su nuevo hogar, su nuevo planeta.
 “Piénsalo de esta forma,”- se consuela a sí mismo- “si la nave la ha construído Eris será segura”. Eris es la mejor. Eris es su hermana de otra madre. Su alma gemela.                                          
Sigue avanzando. Queda una hora. Observa a la gente, como siempre. Delante, tiene a una mujer, alta, de unos treinta años, con un bebé que como mucho debe tener 6 meses. La mujer está de espaldas, pero el bebé ríe, ignorando que este es el planeta en el que ha nacido. Ignorando todo lo que podría haber vivido si los humanos no destrozáramos todo lo que tocamos. Detrás de Atlas hay un anciano de unos 70 años. El anciano llora. Recuerda momentos de cuando la Tierra era hermosa.
 “Ese señor se parece al abuelo.” pensó.
El abuelo. El que le enseñó aquella canción de Bowie sobre un astronauta. En ese tiempo, el sueño de Atlas era ir al espacio, ahora, haría lo que fuera para quedarse en tierra.
Un grito helador corta en seco sus pensamientos.
-¡NO PODÉIS OBLIGARME! ¡NO ME PODÉIS LLEVAR A LA FUERZA!- chilla una chica, a la que unos agentes vestidos de inmaculado blanco sujetan de pies y manos- ¡CONOZCO MIS DERECHOS!
“Al fin, alguien como yo”- suspira Atlas, por lo bajo-.
Pero su alivio no dura. Un disparo calla de inmediato a esa chica rebelde. Le calla a ella, pero enciende a todos a su alrededor. Gritos. Llegan más agentes. Se oyen más disparos. Atlas no puede respirar, se asfixia. Conoce bien esa sensación. Es la sensación de cuando un profesor le regañaba en la escuela, la de cuando vio a su madre tratando de proteger a su padre de ese robot, la de cuando le dijeron que tendría que irse de su amada Tierra. La sensación de cuando sabes desde el principio que reunir a toda la humanidad para que abandone su casa no es una buena idea.
La blanca y perfecta plataforma de despegue se ha teñido de rojo. Un rojo que manda una señal. Un rojo que les dice: Podéis amotinaros y todo lo que queráis, pero preferimos arrancaros de vuestro hogar que invertir en arreglar el estropicio que hay en él.
Está paralizado. Congelado. Quiere correr, sus piernas no responden; quiere pensar, su cerebro no lo procesa.
No hay esperanza.
-¡ATLAS! ¡¿DÓNDE ESTÁS?!
Eris. Su esperanza.
-¡Eris! Eris, estoy aquí.
-Dios. Atlas, ¿estás bien?- pregunta, aliviada- ¿Te han hecho daño?
- Estoy bien. ¿Y mi abuela?
Eris se queda callada. Atlas sabe lo que significa, pero no llora. Nana no lo hubiera querido así.
-Atlas…
- Está bien. No pasa nada. Hay que irse.
- Ya, pero, ¿a dónde? Si nos quedamos o nos matarán o nos moriremos.
- Eris, tranquila. Ahora mismo, incluso la tierra es más segura que quedarnos con los agentes. Nos escaparemos. Sobreviviremos.                                                                                                            
                                                                                                   Cristina Pérez de Uribe
Ganadora Categoría C 1º y 2º ESO
X Concurso Literario Sagrado Corazón Chamartín

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